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Disbiosis: Su relación con la salud integral y su impacto en la fisioterapia.

Desde hace varios años, el concepto de disbiosis ha obtenido mucha importancia en el ámbito de la salud. Esta condición, que implica un desequilibrio en la microbiota (el conjunto de microorganismos que habitan principalmente en nuestro intestino), está íntimamente relacionada con distintos trastornos sistémicos y musculoesqueléticos.

Para los fisioterapeutas, comprender cómo la disbiosis influye en la salud integral de nuestros pacientes, puede abrir nuevas oportunidades en la evaluación y tratamiento de éstos.

Concepto de disbiosis, síntomas más comunes y órganos principlamente afectados.

A continuación vamos a explicar en qué consiste este término, qué síntomas podemos desarrollar en caso de padecerla y cuáles son los órganos más afectados.

¿Qué es la disbiosis?

El término disbiosis significa un desequilibrio en la composición, función o diversidad de la microbiota. Este desajuste puede darse por diversas causas, como:

  • Uso excesivo de antibióticos.
  • Dietas pobres en fibra y ricas en ultraprocesados.
  • Estrés crónico.
  • Enfermedades gastrointestinales como el síndrome del intestino irritable.

Un ecosistema intestinal saludable es de suma importancia para regular procesos metabólicos, el sistema inmunitario y la comunicación entre el intestino y el sistema nervioso central (el llamado eje intestino-cerebro).

Signos y síntomas de la disbiosis

Aunque la disbiosis suele empezar al principio con síntomas gastrointestinales, su alcance puede ir más allá. Entre los síntomas más comunes encontramos:

  • Digestivos: hinchazón, diarrea, estreñimiento y gases.
  • Sistémicos: fatiga crónica, trastornos del sueño y dificultad para concentrarse.
  • Musculoesqueléticos: inflamación crónica, dolor articular, y mayor propensión a sufrir lesiones musculares.

Estos efectos multisistémicos pueden impactar negativamente en los resultados fisioterapéuticos, especialmente en pacientes con enfermedades inflamatorias, dolor crónico o fatiga.

Órganos más afectados en la disbiosis

La disbiosis intestinal no se limita solamente al sistema digestivo, ya que su impacto se extiende a múltiples órganos y sistemas del cuerpo. Esto se debe a la interacción entre la microbiota intestinal y otros órganos a través de diversos mecanismos, como la liberación de metabolitos microbianos, la inflamación sistémica y la comunicación bidireccional del eje intestino-órgano. A continuación, se detallan los órganos más afectados:

  1. Intestinos

El intestino es el primer y principal órgano afectado. La disbiosis puede alterar la mucosa intestinal, facilitando el paso de toxinas, bacterias y partículas alimentarias no digeridas al torrente sanguíneo (hiperpermeabilidad intestinal o «intestino permeable»). Esto puede contribuir a trastornos como:

  • Síndrome del intestino irritable (SII).
  • Enfermedad inflamatoria intestinal (EII): como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.
  • Hinchazón, diarrea, estreñimiento y dolor abdominal.

Dado que los intestinos se relacionan con diferentes grupos musculares, podemos encontrar alteraciones de distinta índole.

El intestino delgado se relaciona con la musculatura abdominal y con los cuádriceps. Por tanto, nos podemos encontrar con dolor lumbar persistente, dolor y tendinitis de rodilla…

El intestino grueso se relaciona con el Tensor de la Fascia Lata, el cuadrado lumbar y con los isquiotibiales. Por tanto, nos podemos encontrar con dolor lumbar, desequilibrios pélvicos y de cadera, y dolor o sobrecargas en la parte posterior del muslo.

  1. Hígado

La conexión entre el intestino y el hígado, conocida como el eje intestino-hígado, hace que este órgano sea particularmente vulnerable a la disbiosis. Cuando la mucosa intestinal está comprometida, endotoxinas como los lipopolisacáridos llegan al hígado, causando inflamación y daño. Esto está relacionado con:

  • Hígado graso no alcohólico.
  • Encefalopatía hepática, especialmente en pacientes con insuficiencia hepática.
  • Aumento del riesgo de fibrosis hepática.

Dado que el hígado se relaciona con el pectoral mayor (fibras esternales) y con el romboides, nos podemos encontrar con dolor y problemas de movilidad en el hombro, y dolor en cervicales bajas y zona interescapular.

  1. Cerebro

El eje intestino-cerebro conecta la microbiota con el sistema nervioso central a través del nervio vago, metabolitos microbianos y mediadores inflamatorios. La disbiosis puede contribuir a:

  • Trastornos del estado de ánimo: depresión y ansiedad.
  • Deterioro cognitivo: memoria, concentración y desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer.
  • Aumento en la percepción del dolor, exacerbando condiciones como la fibromialgia.

Dado que el cerebro se relaciona con el músculo supraespinoso, nos podemos encontrar con divesas afecciones del hombro como dolor, tendinitis, pérdida de movilidad, hombro congelado…

  1. Sistema inmunológico

La microbiota intestinal regula gran parte de la actividad del sistema inmunológico. La disbiosis puede provocar:

  • Enfermedades autoinmunes: como la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple y el lupus.
  • Mayor predisposición a infecciones bacterianas, virales y fúngicas.
  1. Piel

La conexión entre la microbiota intestinal y la piel, conocida como el eje intestino-piel, muestra que la disbiosis puede desencadenar o agravar trastornos cutáneos, como:

  • Acné.
  • Psoriasis.
  • Dermatitis atópica.
  1. Corazón y sistema cardiovascular

La disbiosis puede aumentar los niveles de ciertos metabolitos, como la trimetilamina-N-óxido (TMAO), que se asocia con un mayor riesgo de:

  • Enfermedades cardiovasculares.
  • Hipertensión arterial.
  • Aterosclerosis.

 

  1. Riñones

El eje intestino-riñón sugiere que los metabolitos tóxicos de una microbiota desequilibrada contribuyen a la inflamación y el daño renal. Esto puede agravar:

  • Enfermedad renal crónica (ERC).
  • Aumento del riesgo de complicaciones cardiovasculares en pacientes con daño renal.

Dado que el riñón está relacionado con el músculo Psoas Ilíaco, nos podemos encontrar con dolor lumbar y de cadera.

  1. Sistema musculoesquelético

La inflamación sistémica inducida por disbiosis puede contribuir a:

  • Dolor articular y muscular.
  • Trastornos inflamatorios crónicos como la espondilitis anquilosante.
  • Disminución de la densidad ósea y riesgo de osteoporosis.

Cómo afecta la disbiosis al tratamiento fisioterápico, intervenciones que podemos hacer y conclusiones que podemos sacar

Disbiosis y su impacto en la fisioterapia

La disbiosis no solo es un tema para gastroenterólogos o nutricionistas. Cada vez más estudios sugieren que un intestino desequilibrado puede contribuir a problemas musculoesqueléticos y del sistema nervioso que abordamos en fisioterapia. Algunos ejemplos incluyen:

  1. Dolor crónico
    La inflamación de bajo grado generada por una microbiota alterada puede exacerbar síndromes de dolor crónico como la fibromialgia o la artritis reumatoide. La intervención fisioterapéutica puede ser más efectiva cuando se aborda esta inflamación sistémica.
  2. Rendimiento muscular y recuperación
    La microbiota influye en el metabolismo energético y la reparación tisular. Pacientes con disbiosis pueden tener una capacidad reducida para recuperarse de lesiones o sesiones intensas de rehabilitación.
  3. Eje intestino-cerebro
    El desequilibrio intestinal puede alterar la comunicación entre el intestino y el cerebro, afectando el estado anímico, el manejo del estrés y la percepción del dolor, elementos clave en la recuperación física.

Intervenciones para abordar la disbiosis

Algunas estrategias incluyen:

  1. Educación del paciente
    Informar sobre la importancia de una dieta equilibrada, rica en fibra, prebióticos y probióticos, y fomentar hábitos saludables que beneficien la microbiota.
  2. Control del estrés
    Técnicas como la respiración diafragmática, el biofeedback y el yoga terapéutico pueden mejorar la regulación del eje intestino-cerebro y reducir los efectos del estrés sobre la microbiota.
  3. Ejercicio físico adecuado
    El ejercicio regular y moderado favorece la diversidad microbiana y reduce la inflamación sistémica. Diseñar programas individualizados puede ser clave.
  4. Colaboración interdisciplinaria
    Trabajar en conjunto con nutricionistas y médicos especializados puede garantizar una atención integral y mejores resultados terapéuticos.

En Fisioterapia Israel, a través de la Kinesiología, con unos sencillos test, podemos valorar si existen problemas de disbiosis y encontrar la mejor solución para este problema.

Conclusión

La disbiosis es un ejemplo claro de cómo la salud intestinal afecta directamente el resto del organismo. Para los fisioterapeutas, integrar este conocimiento en nuestra práctica puede ayudarnos a comprender mejor las necesidades de nuestros pacientes, especialmente aquellos con condiciones inflamatorias, dolor crónico o fatiga. Un enfoque holístico e interdisciplinario puede marcar la diferencia en los resultados terapéuticos.

Como profesionales del movimiento, no solo tratamos músculos y articulaciones, sino personas en su totalidad. La conexión entre la microbiota y la fisioterapia es una puerta hacia una práctica más integral y efectiva.